- Le pregunté a Chat GPT si debería volver con mi ex y esto fue lo que contestó.
- Las 22 mejores posturas de sexo para que disfrute la mujer.
- Hay tres tipos de relaciones amorosas, ¿sabes cuál es la tuya?
Mis hijos pronto entrarán en la adolescencia y no sé muy bien cómo abordar el tema del sexo cuando me preguntan. ¿Qué recomendaciones nos darías?
Cuando uno tiene hijos, más tarde o más temprano, llega una edad en la que estos empiezan a hacerse preguntas sobre sexo. Si bien hay familias en las que se trata de un tema del que se puede hablar sin complejos, en otras puede suponer un verdadero suplicio debido a la educación de los padres o a su propia vinculación y experiencia con el tema.
En algunos casos, nuestros hijos tienen dudas o incluso sienten miedos; en otros, desconocen lo que está bien y lo que sobrepasa sus propios límites, y también puede que la falta de información recibida haga que ignoren la importancia de algunas precauciones o de los peligros que existen, y que esto les lleve a tener que hacer frente a determinadas consecuencias muy negativas para ellos.
Si como padre o madre te cuesta hablar de este tema, probablemente es por tus propias creencias o inseguridades y esto suele ser causado por cómo lo hicieron tus padres contigo. ¿Se hablaba de sexo en tu casa o era un tema tabú? Una vez tengas claro y hayas revisado cómo lo hicieron tus padres contigo y hayas valorado si te parece un buen modelo de referencia o no, trata de buscar tu propia fórmula, esa que con tus conocimientos, experiencias y sentido común, consideras que es la más adecuada.
¿Qué es lo que NO hay que hacer?
- En primer lugar, jamás deberíamos rehuir el tema cuando nos plantean alguna duda, inquietud o pregunta al respecto. Si en ese momento estamos ocupados o no tenemos tiempo, debemos decirles que nos interesa mucho hablar de ello pero que lo retomaremos sin falta en otro momento.
- No menospreciar el tema ni decirles que se dejen de tonterías o que ya lo aprenderán a su debido tiempo. Se hacen preguntas porque tienen dudas y eso significa que necesitan respuestas. Si somos nosotros quienes se las damos, sin duda lo vamos a agradecer en el futuro.
- Si, por el contrario, no se las damos, las buscarán por otro lado y tal vez la información que obtengan no sea la más adecuada para el momento en el que están.
- No hay que mentir. Nunca deberíamos mentir respecto a ningún tema relacionado con el sexo. Al contrario, cuanto más claros y sinceros seamos, más confianza les daremos y más sentirán que pueden acudir a nosotros cuando tengan una duda en otro momento.
- Por supuesto, no hay que juzgarlos ni criticarlos por el hecho de que nos pregunten sobre ello. Si lo hacemos provocando así que se sientan mal, no volverán a preguntarnos nunca más y perderemos su confianza.
- Deberíamos llamar cada órgano por su nombre como hacemos con el resto de partes de nuestro cuerpo. De no hacerlo, ya les estamos diciendo aunque sea de forma indirecta, que algo distinto pasa con eso, y no debería ser así. Poner otros nombres no tiene ningún sentido si lo que queremos es normalizarlo.
¿Cómo hacerlo bien?
-
Responder de forma clara, concisa y sincera siempre que nuestros hijos nos pregunten, sea lo que sea, relacionado con el sexo (de dónde vienen los niños, cómo se forman, cómo salen, por dónde, etc).
- No dar más información de la que nos piden, porque puede que aún no estén preparados para entenderlo. Lo ideal es hacerles preguntas nosotros a ellos para ver hasta dónde saben y a partir de ahí, darles respuesta de aquello que nos han pedido.
- Si son adolescentes y con sus preguntas nos damos cuenta de que están viviendo alguna experiencia con el tema, es básico que no les juzguemos.
- Debemos enseñarles dónde están los límites, para que ellos lo tengan claro, pero sin juicios ni críticas. Solo así, ellos sentirán la confianza y la seguridad y sabrán cuál es el camino que deben seguir en cada situación y que, en el caso de necesitarlo, pueden contar con nosotros, que allí estaremos para echarles una mano.
En definitiva, hablar del tema con total naturalidad, es, sin duda, la principal clave.